jueves, 8 de agosto de 2019

Ese día no salió el sol, novela de María Orfaley Ortiz

La novela, dirigida al público infantil, tiene el encanto de navegar entre las aguas de la fantasía y las tormentas de la realidad. Esta novela, dirigida a un público de doce años o más, es una muestra de cómo se puede ingresar al terreno de los sentimientos juveniles, sin ignorar la dureza de la realidad de un país que pretende dejar atrás los escombros de la guerra. 
Miguel ha perdido a su padre. Palomo, el caballo en el que el padre se transportaba por el campo, ha quedado desamparado, al igual que la madre y las dos hermanas de Miguel. Este comienzo marca el rumbo del relato que viene a continuación. La guerra que ha sufrido Colombia durante décadas se nos presenta desde la mirada del niño que busca acomodo en una nueva realidad: una madre forzada a trabajar para dar sustento a la familia, tres niños solos en una casa ocupándose de las labores domésticas, ayudándose entre sí a crecer y a amar como si la guerra no existiera, mas teniéndola a la puerta cada noche en la falta del padre, en la impotencia y el dolor de la pérdida. "Fantaseaba con levantarme en la noche y detener el reloj cuando todos estuviéramos dormidos, el tiempo se quedaría suspendido para nosotros; volvería a la cama y nos reuniríamos todos en un mismo sueño, uno donde papá no hubiera muerto, uno donde a nadie se le hubiera ocurrido poner minas en un lugar tan cercano al camino por donde él tenía que pasar" (Ortiz, 2015. p. 11).
Los conflictos que se plantean tienen que ver con la juventud. Miguel se sobrepone a la pérdida todos los días, asiste al colegio, juega fútbol, se enamora. Pese a que lo que vive a diario parece parte del proceso normal que atraviesa todo adolescente hacia la edad adulta, esta novela nos plantea una idea de fondo: el niño es forzado a crecer a destiempo en la adversidad de la guerra. En su memoria hay y habrá mucho más que las caricaturas, los juegos y las peleas entre hermanos. Este niño debe lidiar con el recuerdo del desplazamiento, con el olor de los hombres armados que recorren el campo, ese metal de las armas que traspasa el verdor de los cultivos y se mete por la rendijas de las casas campesinas de donde muchos deben huir, de noche, sin llevar consigo más que lo necesario: "Ese hedor nauseabundo, una mezcla de sudor concentrado con el aroma de la tierra y el metal, esa fetidez del mal me golpeaba no solo en mi nariz, también en mi alma de hombre recién descubierta [...]. Ya no sabía siquiera en qué dirección estábamos, si nos alejábamos de la casa, si íbamos hacia ella, o si íbamos directamente hacia el enemigo" (Ortiz, 2015. p.108).
Felizmente, Miguel, su madre y sus hermanas vuelven a sonreír. La figura del padre se presenta al final como un recuerdo bello y valioso, un tesoro que llevan guardado en el corazón y los acompañará siempre. Miguel nos hace un último guiño desde el lomo de Palomo, abrazado a Sara, su enamorada, quien aprende a manejar el caballo, sosteniendo torpemente la rienda que guía el niño, quien se convierte en hombre lenta y gradualmente a nuestra vista, mientras cabalga hacia su felicidad.
(Ese día no salió el Sol. Editorial Libros & Libros. Bogotá, 2015. Autor: María Orfaley Ortiz)

1 comentario:

  1. Me emociona leer esta reseña hecha por una querida amiga desde su lugar de lectora. Una compañera en las letras. Gracias por tus palabras, por tu mirada a esta obra.

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